El sistema de inyección es clave para el funcionamiento de un vehículo, se encarga de “inyectar” la cantidad exacta de combustible para que se mezcle con el oxígeno en el momento preciso. Cada inyector permite que se dosifique con exactitud la cantidad de combustible para cada cilindro que tiene un motor.
Si un inyector no tiene una adecuada presión, no inyectará el combustible en el momento preciso como los demás inyectores, provocando que el motor no tenga un movimiento uniforme, disminuyendo su eficiencia. Cada cilindro del motor, en tiempos cortos, debe recibir una inyección de combustible, si estas inyecciones no son exactas, se verá afectada también la potencia.
Las averías en los inyectores se deben principalmente a la suciedad. La gasolina contiene residuos que una vez que ingresan al tanque de combustible, son retenidos por los filtros de combustible. Sin embargo, si no se cambia el filtro regularmente, con el tiempo estos residuos pasarán con facilidad llegando directamente hasta los inyectores, ensuciándolos y averiándolos. También cuando se consume el combustible por completo, el vehículo usará la reserva que está llena de suciedad.
Las fallas por suciedad pueden ser leves o graves. Los primeros son más difíciles de notar, pues se sienten en menor aceleración o desaceleración. En los casos graves, un cilindro afectado por un inyector sucio puede dejar de funcionar, pues no recibirá combustible, haciendo que el motor entero se averíe.
